jueves, 11 de junio de 2009

viernes, 29 de mayo de 2009

miércoles, 6 de mayo de 2009

martes, 5 de mayo de 2009

lunes, 9 de marzo de 2009

DELITO: SER FEO

Por desgracia no era la primera vez que oía sobre la conducta elitista y racista de la policía de Mérida, pues hace algunos meses una amiga me comentó sobre el arresto de un conocido suyo que iba a celebrar su cumpleaños a un bar del centro de la ciudad. El festejado, un común y corriente de los miles que habemos en esta región del país, zona con una población indígena que sólo es orgullo cuando de mayas antiguos se habla, pero que en la praxis indica generalmente un estrato de ingresos bajos, de poca o nula educación, cumbia, cantina y los demás bemoles que cada uno añada, que serán al igual que los anteriores, estereotipos de los mayas urbanos: “nosotros”. Estos estereotipos se homologan al estrato económico, por lo que las personas que frecuenten los mismos sitios o vistan semejantes ropajes se hará acreedor a las sanciones del delito de más boga en la ciudad: La fealdad.
Al festejado en cuestión la policía lo detuvo cuando se bajaba de un auto a las puertas de un bar del centro, le preguntaron que qué hacía ahí (consulta de lo más estúpida cuando se trata de un viernes por la noche y se cuenta con la mayoría de edad). El chavo contestó “voy a entrar al bar” y a su respuesta, siguió la orden de la H. Autoridad: “Súbete a la camioneta, te vamos a llevar”. La historia siguiente es un lugar común:

1. Discusión con los Agentes del Orden.
2. Resistencia del chavo al no existir flagrancia así como al no haber una orden de aprehensión en su contra.
3. Golpes Institucionales.
4. Entambada.
5. Adiós fiesta de cumpleaños feliz.
6. Pago de multa por “resistencia al arresto y desacato a la Autoridad”.
7. Mentadas de madre y actitud de la policía: “Cuídate de te vea por el centro porque volverá a suceder”.

Pues bien, este sismo lo vi ahora muy cerca, dos amigos cercanos y una acompañante fueron arrestados por la Policía de la Ciudad de Mérida el pasado viernes seis de marzo cuando salieron de una fiesta en la que estábamos todos. No llevaban armas, tampoco drogas, no iban haciendo escándalo ni rompiendo nada que pudiera ser considerado delito, al menos en los reglamentos de vialidad o cualesquiera otras leyes. Quiero poner los siguientes bemoles porque considero que ya basta de ser sumisos: Nelson es actual becario del FOECAY y, Ugggo expuso el pasado noviembre obras en serigrafía cuya temática en la puta vida cultural INSTITUCIONAL del Yucatán se habían tocado, ambos son de las jóvenes promesas del acontecer cultural local, y solo basta acercarse a las direcciones de literatura y de artes visuales del gobierno para saber la trayectoria de ambos. Pero esto, obvio, no es una medalla que se pueda colgar en la frente para pasar franco, tampoco te hace bonito, solamente son cualquier cosa.
A mis compas me los encontré el sábado por la tarde, en un evento donde ambos participaban como organizadores y expositores de un festival por el día Internacional de la Mujer (“Ellas crean”), al contarme sobre su “aventura” noto que no cambia la actitud de la autoridad con respecto a la primera fábula.
Según me comentan, los policías comenzaron a intimidar a Ugggo sobre su apariencia, sus tatuajes, el que estuvieran los tres ebrios caminando a altas horas de la noche (mayor número de escandalosos incoherentes caminaban en el carnaval con la anuencia del Ayuntamiento y las cerveceras), que vistieran de negro, pero sobre todo, que estuvieran feos. Ante tal acoso Nelson osó decir: “bueno, ¿qué pedo?”. Error: A la Autoridad no se le habla de ese modo. “¡Qué pedo!” no es una frase digna de un poeta, digna de usar ante la H. Policía de Mérida, no lo es aunque el alcalde y sus colaboradores sean más groseros que uno mismo y llame a todo mundo de “Pollom” (sic). Bueno, el caso es que mis compas acabaron en la cárcel municipal por feos. Repito, no estaban cometiendo violación alguna, no existía una orden de aprehensión y solo caminaban hacia sus casas, por lo que me resulta irrebatible pensar que el delito es uno que no está escrito: Ser o estar feo.
¡Tú vago, ¿cómo te atreves a caminar ebrio en la noche por el centro de la ciudad?! ¿No ves que asustas a los niños y a los turistas con tu cara fea? El centro no es para ti, ¿a poco piensas que le hemos quitado los cables, les ponemos luz y los barremos todos los días para ti, feo!? Si te vuelvo a ver caminando por aquí con tu cara fea, tu ropa vieja, tus tatuajes espanta-abuelas, pero sobre todo con tu actitud de “qué pedo” te vas a ir de nuevo al bote, esta vez dos días y si te encontramos un toque te vas a la grande por narcomenudista.
Es un error de nosotros mismos no darnos cuenta y permanecer pasivos. Ese policía cuando esté desnudo (es decir, sin la ropa que le hacen pensar que tiene el poder de violar nuestros derechos) será uno más de los que caminan por el centro, a menos que prefiera evitarlo por temor a las represalias que su fealdad le causará con los otros feos uniformados.
Le dije a Nelson: “Cabrón, ¿y qué hiciste? Violaron tus derechos, vamos a poner una denuncia, vamos a quejarnos.” Pero para él fue suficiente decir que una vez adentro de la celda le recitó a la policía toda la poesía escatológica que conocía. Y esto es precisamente lo que saben las autoridades: De mentadas de madre no pasarán, la gente está muy acostumbrada a ser esclavos rebeldes de palabra, la comodidad de la cárcel es la adecuada para que no se den cuenta que su libertad y sus derechos civiles vale para pura mierda en este estado elitista y represor.
Me pregunto qué es lo que yo haré cuando vengan por mí. Me da miedo pensar en que un día tendré algo mínimo que pueda ser delito (además de estar feo) y que ellos usarán como si mi vida entera hubiera sido cimentada sobre el peor de los mundos. Toda mi infancia, mi familia, mis amigos, mi trabajo serán basura para ellos y tendrán sin duda el apoyo de la prensa amarillista para hacer de mi persona alguien indigno de escribir estas letras. Por lo tanto, prefiero ahora cerrar la boca y doblar los dedos para no trazar nada que pueda ofender a su Majestad, debo recodar que el Poder no es de nosotros, aunque seamos nosotros quienes los ponemos en la silla, quienes les pagamos los altos salarios, quienes asumimos sus estupideces y sus fraudes, pero sobre todo, somos quienes los superamos en número; todo esto lo sabemos y seguimos sin hacer nada. Por eso la ciudad de Mérida fue erigida aquí y no en Chemax, no en Chankom, no en Tihosuco, ahí los mayas dieron la vida por sus derechos y por lo que creyeron justo, aquí fueron (y son) domados, o para que no se escuche feo: civilizados. Tan innegable es, que, el noventa por cierto de los policías represores tienen origen maya. Los conquistadores buscaban un lugar donde no se las hicieran de “pedo” y este sigue siendo el sitio ideal.

¿Cuándo una de las ovejas se dará cuenta que el rebaño lo forman miles como ella y que los perros pastores son únicamente un puñado? Ese día entrará en cisma la misma religión cristiana que usa al “rebaño” como ejemplo de fe ciega, léase: “Obediencia sin cuestionamientos”.

Doble Moral es lo que nos pesa a todos en esta ciudad, porque no únicamente sabemos que violan nuestras garantías constitucionales, sino que no hacemos nada por defenderlas. Con esto afirmo que no pasará absolutamente nada, ni la policía ofrecerá disculpas ni devolverá la multa a los feos detenidos, ni los feos consignados harán algo al respecto que no sea contar la “hazaña” en las próximas borracheras, ni se elegirá a un alcalde que sea distinto, si el lema de la ciudad será cambiado, porque cuando los españoles decidieron que la ciudad de Mérida llevara por lema: “La Muy Noble y Muy Leal” no estaban pensando en los feos, a esos (como yo) hay que inventarles delitos y meterlos al tambo. La ley como ya sabemos no es sinónimo de justicia, pero el Poder tampoco significa Ley y como en este cuento, el Poder tampoco significa Justicia. Lo repito porque lo creo necesario: El Poder no significa Ley ni Justicia. Pero aquí estamos domados y puedo apostar con la seguridad de que ganaré que no pasará absolutamente nada. Las ovejas tienen seguro su pasto y su corralito, además, el perro no muerde tan fuerte que no pueda aguantarse una que otra mordidita de vez en cuando, total, lo hacen por nuestro bien. ¡Pobrecito del pastor! ¿Qué va a ser de él si se queda sin ovejas a quienes trasquilar?

KM

viernes, 20 de febrero de 2009

miércoles, 18 de febrero de 2009